-Strongiloides spp.
Existen varias especies de este género de nemátodo gastrointestinal, de ellas Strongylides canis infecta a perros, Strongyloides tumefaciensis infecta a gatos, y Strongyloides stercoralis a seres humanos y también a perros y gatos. Se dan en todo el mundo, especialmente en regiones cálidas, pero también en zonas de clima templado; más en zonas rurales o urbanas con instalaciones sanitarias insuficientes.
Las infecciones con este helminto se denominan estrongiloidiasis o estrongiloidosis.
El órgano predilecto de los adultos es el intestino delgado; se pueden hallar estadios inmaduros de modo transitorio en piel, sangre, pulmones, en incluso en las ubres.
Los adultos son pequeños y filiformes, y no superan los 2-6 mm de longitud, según la especie, pero menos de 0,5 mm de espesor, por eso se les llama también gusanos "hilo". Tienen un largo esófago característico que alcanza hasta un tercio de la longitud del cuerpo. Sólo las hembras adultas partenogenéticas son parasitarias. Los adultos sexualmente activos viven libres en el exterior, son de menor talla y muestran una morfología ligeramente distinta de la de las hembras partenogenéticas.
Los huevos miden unas 25 x 50 micras y, cuando abandonan el huésped a través de las heces, cada uno contiene ya una larva completamente desarrollada.
Strongyloides tiene un ciclo de vida muy complejo. Puden completar su desarrollo en un ciclo homogónico por partenogénesis, o en un ciclo heterogónico bisexual. En el interior del huésped sólo se desarrollan hembras oartenogenéticas. Los machos sólo se desarrollan fuera del hospedador.
En el intestino del huésped, las hembras producen huevos por partenogénesis (es decir sin necesidad de ser fecundados por un macho) que se desarrollan a larvas L1 antes de alcanzar las heces. Pueden poner hasta 2000 huevos al día.
En un proceso de autoinfección, unas larvas L1 pueden completar el desarrollo a larvas infectivas ya antes de abandonar el intestino. Estas larvas atraviesan la pared del intestino grueso o la piel en la zona perianal, penetran en el flujo sanguíneo, llegan a los pulmones y, a través de los bronquios, la tráquea y la boca (tos), regresan al intestino como una nueva población.
Otros huevos llegan al exterior en forma de larvas L1. Unas larvas se desarrollan por la vía directa y completan su desarrollo a larvas infectivas del estadio L3 en 2 o 3 días. Estas larvas reinfectan al hospedador a través de la piel. Otras larvas se desarrollan por la vía indirecta: completan su desarrollo a adultos machos y hembras, las hembras ponen huevos fecundados, y de ellos se desarrollan larvas infectivas en unos 7 a 10 días. Estas larvas no pueden volver a desarrollarse a machos y hembras en el exterior sino que deben infectar de nuevo a un hospedador, sea a través de la piel, sea por ingestión. Por la vía directa se producen menos larvas infectivas que por la vía indirecta. Las larvas infectivas pueden sobrevivir hasta 4 meses fuera del hospedador.
No se sabe con certeza qué determina que unos huevos sigan un desarrollo u otro. Parece que el tipo de hospedador, su estado de salud, su sistema inmunitario, etc. juegan un papel en el futuro de las larvas.
Muchas larvas infectan al hospedador a través de la piel. En seres humanos se sabe que a estas larvas les atrae el anhídrido carbónico, el cloruro sódico y el ácido urocánico, este último un constituyente del sudor humano especialmente abundante en los pies. Tras atravesar la piel, algunas larvas emigran (larva migrans) dispersándose por el cuerpo del hospedador, donde pueden permanecer enquistadas durante años. Otras larvas llegan al flujo sanguíneo, por él a los pulmones, y de allí regresan al intestino a través de la tráquea y la boca. Otras larvas infectivas pueden entrar al hospedador por ingestión de agua o materiales contaminados. Una vez en el intestino completan su desarrollo a hembras adultas partenogenéticas capaces de poner huevos sin necesidad de fecundación por un macho.
La parte del desarrollo que tiene lugar al exterior depende de las condiciones climáticas y se acelera en tiempo cálido y húmedo.
Lar larvas en migración pueden llegar también a las glándulas mamarias e infectar a los cachorros a través de la leche, lo que explica que los cachorros pueden sufrir infecciones graves ya a esa tierna edad.
La mayoría de las infecciones en perros (S. canis y S. stercoralis) no son masivas y no producen síntomas ni daños mayores, tal vez sólo una ligera diarrea. En casos de infecciones masivas, además de diarrea puede darse inapetencia, debilidad, pérdida de peso y deshidratación. Pero en cachorros, la infección puede agravarse rápidamente y resultar fatal. El riesgo es especialmente elevado en los criaderos y perreras, o en tiendas de mascotas.
Se sabe que las infecciones de S. stercoralis pueden contagiarse del perro a los seres humanos y viceversa. En seres humanos, las infecciones no suelen producir enfermedades graves, salvo en personas con el sistema inmunitario debilitado (p.ej. por SIDA). En estas, el desarrollo puede ser fatal.
En gatos, S. tumefaciens apenas causa síntomas ni daños. Ocasionalmente puede haber formación de pequeños nódulos blancos en el colon acompañados de diarrea.
La identificación de pequeños huevos ya embrionados en las heces puede confirmar el diagnóstico. En heces ya no frescas pueden hallarse pequeñas larvas (de unas 600 micras de longitud).
Existen varias especies de este género de nemátodo gastrointestinal, de ellas Strongylides canis infecta a perros, Strongyloides tumefaciensis infecta a gatos, y Strongyloides stercoralis a seres humanos y también a perros y gatos. Se dan en todo el mundo, especialmente en regiones cálidas, pero también en zonas de clima templado; más en zonas rurales o urbanas con instalaciones sanitarias insuficientes.
Las infecciones con este helminto se denominan estrongiloidiasis o estrongiloidosis.
El órgano predilecto de los adultos es el intestino delgado; se pueden hallar estadios inmaduros de modo transitorio en piel, sangre, pulmones, en incluso en las ubres.
Los huevos miden unas 25 x 50 micras y, cuando abandonan el huésped a través de las heces, cada uno contiene ya una larva completamente desarrollada.
Strongyloides tiene un ciclo de vida muy complejo. Puden completar su desarrollo en un ciclo homogónico por partenogénesis, o en un ciclo heterogónico bisexual. En el interior del huésped sólo se desarrollan hembras oartenogenéticas. Los machos sólo se desarrollan fuera del hospedador.
En el intestino del huésped, las hembras producen huevos por partenogénesis (es decir sin necesidad de ser fecundados por un macho) que se desarrollan a larvas L1 antes de alcanzar las heces. Pueden poner hasta 2000 huevos al día.
En un proceso de autoinfección, unas larvas L1 pueden completar el desarrollo a larvas infectivas ya antes de abandonar el intestino. Estas larvas atraviesan la pared del intestino grueso o la piel en la zona perianal, penetran en el flujo sanguíneo, llegan a los pulmones y, a través de los bronquios, la tráquea y la boca (tos), regresan al intestino como una nueva población.
Otros huevos llegan al exterior en forma de larvas L1. Unas larvas se desarrollan por la vía directa y completan su desarrollo a larvas infectivas del estadio L3 en 2 o 3 días. Estas larvas reinfectan al hospedador a través de la piel. Otras larvas se desarrollan por la vía indirecta: completan su desarrollo a adultos machos y hembras, las hembras ponen huevos fecundados, y de ellos se desarrollan larvas infectivas en unos 7 a 10 días. Estas larvas no pueden volver a desarrollarse a machos y hembras en el exterior sino que deben infectar de nuevo a un hospedador, sea a través de la piel, sea por ingestión. Por la vía directa se producen menos larvas infectivas que por la vía indirecta. Las larvas infectivas pueden sobrevivir hasta 4 meses fuera del hospedador.
No se sabe con certeza qué determina que unos huevos sigan un desarrollo u otro. Parece que el tipo de hospedador, su estado de salud, su sistema inmunitario, etc. juegan un papel en el futuro de las larvas.
Muchas larvas infectan al hospedador a través de la piel. En seres humanos se sabe que a estas larvas les atrae el anhídrido carbónico, el cloruro sódico y el ácido urocánico, este último un constituyente del sudor humano especialmente abundante en los pies. Tras atravesar la piel, algunas larvas emigran (larva migrans) dispersándose por el cuerpo del hospedador, donde pueden permanecer enquistadas durante años. Otras larvas llegan al flujo sanguíneo, por él a los pulmones, y de allí regresan al intestino a través de la tráquea y la boca. Otras larvas infectivas pueden entrar al hospedador por ingestión de agua o materiales contaminados. Una vez en el intestino completan su desarrollo a hembras adultas partenogenéticas capaces de poner huevos sin necesidad de fecundación por un macho.
La parte del desarrollo que tiene lugar al exterior depende de las condiciones climáticas y se acelera en tiempo cálido y húmedo.
Lar larvas en migración pueden llegar también a las glándulas mamarias e infectar a los cachorros a través de la leche, lo que explica que los cachorros pueden sufrir infecciones graves ya a esa tierna edad.
La mayoría de las infecciones en perros (S. canis y S. stercoralis) no son masivas y no producen síntomas ni daños mayores, tal vez sólo una ligera diarrea. En casos de infecciones masivas, además de diarrea puede darse inapetencia, debilidad, pérdida de peso y deshidratación. Pero en cachorros, la infección puede agravarse rápidamente y resultar fatal. El riesgo es especialmente elevado en los criaderos y perreras, o en tiendas de mascotas.
Se sabe que las infecciones de S. stercoralis pueden contagiarse del perro a los seres humanos y viceversa. En seres humanos, las infecciones no suelen producir enfermedades graves, salvo en personas con el sistema inmunitario debilitado (p.ej. por SIDA). En estas, el desarrollo puede ser fatal.
En gatos, S. tumefaciens apenas causa síntomas ni daños. Ocasionalmente puede haber formación de pequeños nódulos blancos en el colon acompañados de diarrea.
La identificación de pequeños huevos ya embrionados en las heces puede confirmar el diagnóstico. En heces ya no frescas pueden hallarse pequeñas larvas (de unas 600 micras de longitud).
Este helminto, que es muy común y se multiplica muy rápidamente en regiones cálidas, afecta sobre todo a los cachorros. Por ello, las medidas preventivas deben apuntar a protegerlos. No hay que olvidar que la infección ocurre a través de la piel pero también por el calostro de la madre. Por lo tanto, las perras preñadas y en lactación también necesitan protección.
Entre las medidas específicas posibles se incluyen la limpieza y desinfección de las perreras, jaulas, casetas etc., y la eliminación inmediatamenta y sistemática de los excrementos, y mantener todo en ambiente seco y limpio para evitar la infección a través de la piel.
Muy pocos antiparasitarios internos incluyen en sus indicaciones el control de Strongyloides en perros o gatos.
Se sabe que algunos benzimidazoles (p.ej. el albendazol, el fenbendazol y el tiabendazol) son bastante eficaces con los estadios en el intestino, y en parte contra las larvas en migración.
La ivermectina inyectable también parece ser eficaz contra Strongyloides en perros, pero a ~0,8 mg/kg, una dosis 4 veces más alta que la habitual contra el resto de los helmintos. Además puede ser necesario repetir varias veces el tratamiento.
El albendazol, el tiabendazol y la ivermectina se emplean también contra estos gusanos en la medicina humana.
Ningún producto es al parecer suficientemente eficaz contra larvas enquistadas en los tejidos.
En cualquier caso, es necesario consultar a un veterinario, pues sólo él nos dirá si un tratamiento es necesario, y en su caso cuál es el más conveniente.
Entre las medidas específicas posibles se incluyen la limpieza y desinfección de las perreras, jaulas, casetas etc., y la eliminación inmediatamenta y sistemática de los excrementos, y mantener todo en ambiente seco y limpio para evitar la infección a través de la piel.
Muy pocos antiparasitarios internos incluyen en sus indicaciones el control de Strongyloides en perros o gatos.
Se sabe que algunos benzimidazoles (p.ej. el albendazol, el fenbendazol y el tiabendazol) son bastante eficaces con los estadios en el intestino, y en parte contra las larvas en migración.
La ivermectina inyectable también parece ser eficaz contra Strongyloides en perros, pero a ~0,8 mg/kg, una dosis 4 veces más alta que la habitual contra el resto de los helmintos. Además puede ser necesario repetir varias veces el tratamiento.
El albendazol, el tiabendazol y la ivermectina se emplean también contra estos gusanos en la medicina humana.
Ningún producto es al parecer suficientemente eficaz contra larvas enquistadas en los tejidos.
En cualquier caso, es necesario consultar a un veterinario, pues sólo él nos dirá si un tratamiento es necesario, y en su caso cuál es el más conveniente.