Pero tú, con tus ojazos verdes, ese pelo tan negro y brillante...me cautivaste, esa labia y desparpajo para camelarme a tu manera. No tenías miedo de entrar en la cocina, comerte la comida del platito de Pitu, y al terminar, aún sabías pedirme más, sin cortarte un pelo, maullabas mirando fijamente la nevera para conseguir que te regalara un trocito de jamón. Recuerdo como te restregabas por mis piernas y te ponías panza arriba para que te rascara, ¡ qué sinvergüencilla eres Morgan !, solía decirte yo, porque así te llamé, Morgan, en honor al gran Morgan Freeman, por guapo y por negro.
Seguro que tenías otro nombre, pero el caso es que te llamaba y venías...
Comías, te paseabas por mi casa, y cuando tú decidías, te pirabas, y hasta la siguiente comida.
Supongo que tenías un hogar porque te puse un collar, con su cascabel y todo, y tu dueño te lo cambió, y cuando lo perdiste te volvió a colocar el mío. A pesar de esto tú seguías viniendo puntual, todos los días tres o cuatro veces a comer y a jugar con Pitu, era gracioso observaros a los dos juntos, uno tan blanco y el otro tan negro...
Todavía sigo mirando la ventana, todas las noches, por si veo tus ojazos verdes de nuevo a través del cristal.
Si la ventana estaba cerrada maullabas para que abriera, y yo siempre estaba pendiente esperando tu visita, te abría y entrabas, como Pedro por su casa, cuando habías llenado la tripita me lo agradecías, haciéndome arrumacos, y me permitías cogerte y abrazarte, cosa poco habitual en vosotros los gatos, un honor para mí, porque me consideraste tu amiga.
Te echo de menos Morguitan...ya no vienes a verme, sólo espero que estés donde estés seas feliz, que ya no me visites porque en tu casa o donde quiera que te encuentres te traten muy bien, o que tengas nuevos amigos que te den bien de comer, que te abracen como solía hacerlo yo.....pero te echo de menos y sigo esperando ver tus ojos a través del cristal...
