sábado, 2 de marzo de 2013

MI BICHA





Hace ya años,me regalaron por mi cumpleaños un bebé de iguana verde, con su terrario y todo, era chiquitina poco más que una lagartija, la verdad me hizo mucha ilusión, no sólo por no esperarlo, sino porque llevaba tiempo pensando en tener un terrario con algún reptil, e intentando decidir cual sería el más adecuado.
 Entonces vivía en casa de mis padres, la cara de mi madre fue lo mejor, creí que pondría el grito en el cielo, pero no dijo nada, quedó en estado de shock, a mi padre siempre le ha gustado mucho la naturaleza y cualquier bicho viviente, pero para mi madre tener una "bicha" en casa, que es como ella le llamaba, y con ese nombre se quedó, ya era otra cosa.
Bueno pues mi bichilla se fue haciendo mayor, y descubrí que era un macho, un machote que llegó a medir un metro y medio de cabeza hasta la cola, de un color verde espectacular.

La verdad es que no vivía mal, en un principio en la tienda de animales especializada me recomendaron darle grillos de comer de vez en cuando, a parte de la fruta y la verdura, pero a mi bicha no le gustaron los grillos, y estos se quedaban a vivir en el terrario cantando y animándonos las noches, y él no se los comía.

Así que para suplir la proteína necesaria comía jamón de york, que eso sí le encantaba, y para el calcio mucho queso fresco, y mucho sol natural.

El terrario estaba colocado en una salita que da a un patio grande con muchas plantas y muy soleado tanto en invierno como en verano, yo lo solía dejar suelto en el patio para que tomara el sol y trepara por las plantas, y cuando creció aprendió a abrir el terrario, saltar al suelo y salir sólo al patio, y si se cansaba volvía a entrar, trepaba y se metía solito en su sitio.

Siempre fue un animal tranquilo y en ocasiones le gustaba ponerse en mi regazo y que le acariciara la cabeza, cerraba los ojillos y se quedaba quieto. Se dejaba coger y manipular sin problemas, incluso por niños.

Pero con mi madre fue distinto, no sé muy bien por qué le cogió aversión e intentaba atacarla, si él estaba en el patio y mi madre salía a tender, hinchaba la papada, daba latigazos con la cola y salía corriendo tras ella con la boca abierta, imaginaros a mi madre, tirando la ropa, corriendo y llamándonos a mi padre o a mí para que cogiéramos la bicha, era muy gracioso, para nosotros, para ella no, claro.







Aunque a muchas personas los reptiles les provocan aversión, y creen que son agresivos, también es cierto que a muchos otros nos fascinan, y por lo contrario a lo que se piensa, pueden ser animales domésticos muy tranquilos, no son tan afectuosos como los perros o los gatos, pero se les coge cariño igualmente, y ellos reconocen  a sus amos, pero hay que manipularlos mucho, todos los días, para  lograr que recuerden estos estímulos de domesticación,




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